domingo, 14 de septiembre de 2008

Itinerario espiritual 3: EL CAMINO DE CONSAGRACIÓN TOTAL A JESÚS POR MARÍA (VD 227 – 233)


EL CAMINO DE CONSAGRACIÓN TOTAL A JESÚS POR MARÍA (VD 227 – 233)
Por: P. Jaime Oved Cabrejo, smm




1. Se hace camino al andar… indica un dicho popular que viene de un bello poema de Machado ¡Y cuánta verdad encierra! Basta dar una ojeada hacia atrás en nuestras vidas para darnos cuenta de tantos lugares, personas, situaciones… que hemos vivido… para darnos cuenta que en efecto hemos recorrido un camino… Estamos rodeados de caminos. Necesitamos caminos. Las calles son caminos, las carreteras son caminos, las escaleras son caminos, los atajos son caminos, los senderos son caminos… nos movemos por caminos… Y esos caminos tienen tramos, etapas, pasos… pero también tienen un término, un destino… llevan a alguna parte. Los caminos que no tienen destino no son caminos, son laberintos, son “huecos”. Esos caminos que tienen etapas y punto de llegada son los que llamamos itinerarios.


2. En la fe también hay caminos, pero no todos son itinerarios. Algunos no llevan a nada… San Luis María de Montfort, caminante del siglo XVI, sí que sabía de caminos… de los de polvo y barro y de los de fe y amor. Era misionero itinerante, como quien dice caminante. Y de itinerarios… ni se diga. Revisando sus escritos los descubrimos por todas partes…


3. Uno de ellos es el que presenta en estos números del Tratado de la Verdadera Devoción a María (227 – 233). El itinerario de consagración total a Jesús por María. Creo que se trata del itinerario más claro y práctico de todos los que propone porque recoge su intuición fundamental y la pone en funcionamiento. Se trata de un camino que tiene como elemento central la consagración total precedida por un serio camino de preparación y seguida por unas prácticas concretas que la sostienen.


4. Digo que tiene que ver con la intuición fundamental porque para Montfort el objetivo de la vida de una persona y también de toda la espiritualidad – o devoción, como él lo dice - es la de alcanzar la madurez cristiana que consiste en la configuración con Jesucristo[1] para reproducir en la vida concreta sus rasgos. Se trata del ideal del evangelio que es llegar a ser “otro Cristo” (Gal 2,20), “tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Fil 2,5)…


5. Ahora bien, para lograr este fin Montfort propone un itinerario en dos movimientos: uno de vaciamiento y otro de llenado. El mismo itinerario del Verbo encarnado tal como lo presenta San Pablo en el cántico de los filipenses[2]. Se trata solo de una indicación esquemática con un desarrollo muy escaso. El misionero está dando indicaciones y señalando el camino a seguir, pero no lo explicita. Quien quiera configurarse con Jesucristo deberá seguir su mismo itinerario. El medio didáctico concreto que propone es el que conocemos como el “mes montfortiano” que consta de 33 días distribuidos en las dos partes del camino: 12 días para el vaciamiento y tres semanas (21 días) para llenarse de Jesucristo[3].


6. El primer movimiento es el de vaciamiento de lo que Montfort llama “el espíritu del mundo”. La indicación de “doce días por lo menos” nos da la idea de un periodo mas bien largo dedicado a este proceso de reconocer la presencia del mal en la persona y ejercitarse en el desprendimiento de todo aquello que la separa de su verdadero fin que es la realización personal, su verdadera felicidad. Lo que Montfort expresa en este número es realmente muy corto. Hay que ir a sus demás escritos para hacernos una idea más amplia de lo que pretende en esta primera etapa del itinerario. Y tal vez lo encontramos en el Amor de la Sabiduría Eterna en el capítulo séptimo dedicado a la elección de la verdadera sabiduría (VD 74 – 89). Allí habla de la falsa sabiduría o “sabiduría mundana” como contraria a la verdadera sabiduría que es la divina. Vale la pena leer con detenimiento este capitulito y hacer con Montfort una radiografía del ser humano y de la sociedad para descubrir la manera cómo actúa en nosotros el mal y el pecado.


7. A nivel práctico me parece que al proponer este itinerario en el acompañamiento espiritual y en la formación podemos aprovechar para la parte del vaciamiento lo que las ciencias nos ofrecen tan abundantemente hoy a nivel de análisis de la realidad y de la persona humana. En concreto podemos valernos, por ejemplo, de los análisis que hace la pastoral social, o el informe sobre el desarrollo humano de la ONU, o el capítulo segundo de Aparecida… Ya a nivel de persona es necesario hacer que entre en ambiente de interiorización, de reflexión y de silencio interior… De lo que se trata es que quien hace el itinerario perciba en sí mismo la realidad del espíritu del mundo o de sabiduría mundana y que se disponga a iniciar un camino serio de seguimiento del Señor. Me parece que los libros de espiritualidad de Anthony de Mello, de Nowen, de Anslem Grum… ayudan para lo que queremos.


8. El segundo movimiento es el del llenado de Jesucristo en la persona. Es el principal movimiento para el cual Montfort propone 21 días distribuidos en tres semanas: la primera dedicada al conocimiento de sí mismo, la segunda al conocimiento de María y la tercera al conocimiento de Jesucristo. Como se ve el acento se marca sobre el conocimiento. Pero no cualquier conocimiento, sino un conocimiento sapiencial, es decir, vivencial, nutritivo, sabroso, dulce… (ASE 8-14) Un conocimiento de cercanía y comunión… Nadie ama lo que no conoce (ASE 8), dice Montfort.


9. La primera semana del segundo movimiento está dedicada al conocimiento de sí mismo[4]. Es interesante ver como Montfort percibe este conocimiento. En primer lugar es un don que hay que pedir. No proviene de un simple ejercicio de análisis introspectivo que puede engañarnos con las falacias de la sabiduría mundana. El conocimiento de sí mismo es un don que Dios concede cuando lo pedimos con espíritu de humildad. Pero este don está unido a la contrición de los pecados, es decir, a progresiva toma de conciencia de la realidad de mal y del pecado que hay dentro de la persona. No basta con conocerse sino que es necesario disponerse a liberarse y progresar en humanidad. En segundo lugar es un don que hay que trabajarlo poniendo en práctica algunos medios tales como la meditación y la oración. Para meditar Montfort aconseja sabiamente – no sin exagerar - considerar las propias debilidades y limitaciones. Para orar recomienda dirigirse al Espíritu Santo y a María para pedir la gracia de este conocimiento.


10. Creo que para el conocimiento de sí mismo podemos valernos de tantas técnicas que nos da hoy la sicología y la PNL. Claro, será necesario saber escoger bien entre todo para quedarnos con aquello que mejor nos ayuda al fin que perseguimos con la formación y el acompañamiento. A nivel bíblico podemos hacer lectio divina de textos que hablan de la teología del pecado y de la pasión de Jesús. Incluso podemos tomar los mismos textos que Montfort recomienda de sus escritos (VD 78-79).


11. La segunda semana se dedica al conocimiento de María[5]. Al igual que en la etapa anterior se trata de un don que concede el Espíritu Santo al creyente que se dispone a recibirlo en una actitud especial de reflexión y oración. María viene a ser aquí el ambiente que prepara a la persona para el encuentro con Jesucristo (VD 265). A nivel práctico creo que es válida la sugerencia de Montfort acerca de meditar algunos textos que él mismo ha escrito (VD 16‑36; 83‑89) y orar con el rosario Incluso podría tomarse todo el Tratado de la Verdadera Devoción y el Secreto de María, además de los recientes documentos de la Iglesia sobre María (LG 8, Marialiis Cultus, Redemptoris Mater, RVM…) y otros. A nivel bíblico se pueden tomar los evangelios de la infancia.



12. La tercera semana, en el culmen del camino, se dedica al conocimiento de Jesucristo[6]. Siguiendo la dinámica del presente itinerario las indicaciones que da Montfort para esta etapa apuntan a la meditación y a la oración. Meditación que se centra en la persona de Jesucristo y en la Buena Noticia que proclama y oración que pide constante e insistentemente su conocimiento como don.



13. Siendo esta la etapa clave del itinerario creo que debemos dedicar nuestros mejores esfuerzos para que el creyente tenga de verdad un encuentro vivo, existencial, profundo y prolongado con el Maestro y se haga de verdad su discípulo. Lo que busca esta etapa en el fondo es lo que llamamos iniciación cristiana. Para ello no basta con leer o meditar algunos textos sobre Jesús. Es necesario proporcionar espacios de encuentro para vivir la experiencia fundante, algo así como el retiro de opción por Cristo que hacemos los montfortianos en la Animación Vocacional. Luego hay que vivir experiencias de encuentro con la Palabra a través de la lectio divina del Nuevo Testamento. Lo mejor será tomar algunos itinerarios de los evangelios, de los hechos o de las cartas paulinas. Además habrá que introducir al caminante en una experiencia de pequeña comunidad en la que pueda compartir su fe con otros caminantes. Aparecida es una guía valiosísima para conocer vivencialmente a Jesucristo y hacerse discípulo misionero.


14. El llamado “mes montfortiano” culmina con la celebración de la Consagración Total a Jesús por María[7] en una ceremonia muy comprometedora y al mismo tiempo sobria; bien preparada a nivel interno y externo. Se centra en la renovación de las promesas bautismales y en la entrega generosa y amorosa a Jesucristo confiándose en las manos de María. Dicha entrega debe manifestarse en un signo externo.



15. Después de la Consagración[8] no termina el itinerario, sino que se hace vital, cotidiano, continuo. Para ello Montfort recomienda renovar el ejercicio de las tres semanas cada año y repetir continuamente una pequeña fórmula que la recuerda. Con esto se busca reavivar el don del conocimiento sapiencial y acrecentarlo.



16. Este es el itinerario que propone Montfort rápidamente expuesto en sus elementos fundamentales. Nos toca a nosotros inspirarnos en él y hacerlo actual, realizable, posible para nosotros mismos y para la gente a la que somos enviados hoy. Creo se puede proponer de varias maneras:



* Como “mes montfortiano” de cuatro semanas seguidas, tal como se ha hecho ya varias veces en América Latina. Pero debemos darle más forma, más agilidad y sencillez para proponerlo a los laicos y a los monfortianos. ¿No será este un medio privilegiado para ofrecer desde nuestros centros de espiritualidad?
* Como retiro de opción por Cristo, con duración, destinatarios y contenidos adaptados a las circunstancias.
* Como contenido para nuestras misiones populares.
* Como itinerario de acompañamiento personal para la gente que se acerca a nosotros.
* Como experiencia prolongada de formación montfortiana. Tal como se viene aplicando en el Noviciado Latinoamericano.
* Otras maneras creativas…



Notas
[1] Véase, por ejemplo: VD 120: La plenitud de nuestra perfección consiste en asemejarnos, vivir unidos y consagrados a Jesucristo. VD 273: me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz con El, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. VD 61: Primera verdad. El fin último de toda devoción debe ser Jesucristo, Salvador del mundo, verdadero Dios y verdadero hombre. Ver también el N. 63. ASE 225: …me consagro totalmente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los días de mi vida y a fin de serle más fiel de lo que he sido hasta ahora. ORACIÓN DE LA CORONILLA: …hasta que por medio del Espíritu Santo, tu Esposo fidelísimo, y de ti, Esposa suya fidelísima, sea formado en mí Jesucristo, tu Hijo, para gloria del Padre celestial. CARTA N. 20: En la nueva familia a la que ahora pertenezco, estoy desposado con la Sabiduría y con la cruz. Ellas constituyen todos mis tesoros temporales y eternos, terrenos y celestes.
[2] “…El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”. (Fil 2:6-11)
[3] “Quienes deseen abrazar esta devoción particular ‑no erigida aún en cofradía, aunque sería mucho de desear que lo fuera‑ dedicarán ‑como he dicho en la primera parte de esta preparación al reinado de Jesucristo‑ doce días, por lo menos, a vaciarse del espíritu del mundo, contrario al de Jesucristo, y tres semanas en llenarse de Jesucristo por medio de la Santísima Virgen”. VD 227
[4] “Durante la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, haciéndolo todo por espíritu de humildad. Podrán meditar, si quieren, lo dicho antes sobre nuestras malas inclinaciones, y no considerarse durante los seis días de esta semana más que como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes, cabros; o meditar estos tres pensamientos de San Bernardo: “Piensa en lo que fuiste: un poco de barro; en lo que eres: un poco de estiércol; en lo que serás: pasto de gusano”. Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que los ilumine, diciendo: ¡Señor, que vea! (Lc 18,41); o: “¡Que yo te conozca!”; o también: ¡Ven, Espíritu Santo! Y dirán todos los días las letanías del Espíritu Santo y la oración señalada en la primera parte de esta obra. Recurrirán a la Santísima Virgen pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de las otras, y para ello dirán todos los días el himno Salve, Estrella del mar y las letanías de la Santísima Virgen”. VD 228
[5] “Durante la segunda semana se dedicarán en todas sus oraciones y obras del día a conocer a la Santísima Virgen, pidiendo este conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar lo que al respecto hemos dicho. Y rezarán con esta intención, como en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el himno Salve, Estrella del mar y, además, el rosario o la tercera parte de él”. VD 229
[6] “Dedicarán la tercera semana a conocer a Jesucristo. Para ello podrán leer y meditar lo que arriba hemos dicho y rezar la oración de San Agustín que se lee hacia el comienzo de la segunda parte. Podrán repetir una y mil veces cada día con el mismo santo : “¡Que yo te conozca, Señor!”, o bien: “¡Señor, sepa yo quién eres tú!” Rezarán, como en las semanas anteriores, las letanías del Espíritu Santo y el himno Salve, Estrella del mar, y añadirán todos los días las letanías del santo Nombre de Jesús”. VD 230
[7] “Al concluir las tres semanas se confesarán y comulgarán con la intención de entregarse a Jesucristo, en calidad de esclavos de amor, por las manos de María. Y después de la comunión ‑que procurarán hacer según el método que expondré más tarde ‑ recitarán la fórmula de consagración, que también hallarán más adelante. Es conveniente que la escriban o hagan escribir, si no está impresa, y la firmen ese mismo día. Conviene también que paguen en ese día algún tributo a Jesucristo y a su santísima Madre, ya como penitencia por su infidelidad al compromiso bautismal, ya para patentizar su total dependencia de Jesús y de María. Este tributo, naturalmente, dependerá de la devoción y capacidad de cada uno, como ‑por ejemplo‑ un ayuno, una mortificación, una limosna o un cirio. Pues, aun cuando sólo dieran, en homenaje, un alfiler, con tal que lo den de todo corazón, sería bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad”. VD 231-232
[8] “Al menos en cada aniversario, renovarán dicha consagración, observando las mismas prácticas durante tres semanas. Todos los meses y aun todos los días pueden renovar su entrega con estas pocas palabras: “Soy todo tuyo y cuanto tengo es tuyo, ¡oh mi amable Jesús!, por María, tu Madre santísima”. VD 233.

No hay comentarios: