DOCUMENTO CONCLUSIVO
5-17 de noviembre de 2007
Noviciado Latinoamericano, Paipa-Boyacá. Colombia
PRESENTACIÓN
De acuerdo con el itinerario seguido como formadores desde la implementación del Cupafal en 1993, nos encontramos en esta tercera ocasión para profundizar en nuestra propia labor y formación, centrándonos en el Acompañamiento espiritual específicamente montfortiano, con el deseo de unificar criterios que nos permitan encaminarnos hacia la formación internacional en nuestro contexto e iluminados por el texto de Lucas (5, 1-11) y la metodología que describe el VER (la orilla), el ILUMNAR O JUZGAR (el mar adentro) y, el ACTUAR (la tierra firme), que se verán en este documento conclusivo y que es una herramienta de consulta.
Formadores montfortianos de América Latina y el Caribe
Noviembre 17 de 2007
PARTICIPANTES
P. Donald La Salle P. Joseph Philor
Vicario General Delegado General para América Latina
.JPG)
P. Miguel Patiño,
Superior Provincial en Colombia
H. Edinson Herrera
J. Leonardo Bernal
P. Edmer Iván Salgado
P. Flower Mosquera
P. Jaime Oved Cabrejo
P. Ugo Pacagnela
P. José Luis Sandoval
P. Adolfo León Betancur
J. Carlos Díaz
H. Armando Novoa
P. Benigno Zorro
P. Aleginio Vaca
Jael Cañón
Amelby Rodríguez
Colombia
5-17 de noviembre de 2007
Noviciado Latinoamericano, Paipa-Boyacá. Colombia
PRESENTACIÓN
De acuerdo con el itinerario seguido como formadores desde la implementación del Cupafal en 1993, nos encontramos en esta tercera ocasión para profundizar en nuestra propia labor y formación, centrándonos en el Acompañamiento espiritual específicamente montfortiano, con el deseo de unificar criterios que nos permitan encaminarnos hacia la formación internacional en nuestro contexto e iluminados por el texto de Lucas (5, 1-11) y la metodología que describe el VER (la orilla), el ILUMNAR O JUZGAR (el mar adentro) y, el ACTUAR (la tierra firme), que se verán en este documento conclusivo y que es una herramienta de consulta.
Formadores montfortianos de América Latina y el Caribe
Noviembre 17 de 2007
PARTICIPANTES
P. Donald La Salle P. Joseph Philor
Vicario General Delegado General para América Latina
P. Miguel Patiño,
Superior Provincial en Colombia
H. Edinson Herrera
J. Leonardo Bernal
P. Edmer Iván Salgado
P. Flower Mosquera
P. Jaime Oved Cabrejo
P. Ugo Pacagnela
P. José Luis Sandoval
P. Adolfo León Betancur
J. Carlos Díaz
H. Armando Novoa
P. Benigno Zorro
P. Aleginio Vaca
Jael Cañón
Amelby Rodríguez
Colombia
P. Jean Lucien Janvier
P. Webber Coppee
Haití
P. Jean Luigi Scudeletti
P. Franchesco Ferrari
P. Daniel Malásquez
P. José Angel Julcahuanca
Brasil – Perú
P. Pepe de Orbe
Ecuador
Mensaje Inaugural en la eucaristía Presidida por el P. Provincial de Colombia, Miguel Patiño, smm
1ra. Lectura: Rm 12, 29-12: Contexto: Dios no ha rechazado a su Pueblo Israel que será salvado
En cuanto al Evangelio son enemigos para bien de Uds., pero en cuanto a la elección, son amados en atención a sus padres.
Evangelio: Lc 14, 12-14: La recomendación de invitar a los que no pueden agradece cuando des un banquete, es la invitación a la gratuidad que debe acompañar a los constructores del Reino. No esperar recompensas humanas.
Estos textos iluminan mucho nuestra tarea en este CUPAFAL en el cual meditaremos en el Acompañamiento espiritual para ayudar a fabricar monfortianos.
Cuando Montfort sueña en una fundación, la sueña a imagen de la Comunidad Apostólica Itinerante y concreta su sueño escribiendo una Regla para los Sacerdotes Misioneros de la Compañía de María, que según su Súplica Ardiente deberían ser libres de toda atadura para dejar llevar por el soplo impetuoso e impredecible del Espíritu de Dios para renovar el mundo reformar a la Iglesia. Como San Pablo él quiere que cada monfortiano diga con su vida: “No me envió Dios a bautizar sin a evangelizar”. Y si una palabra resume toda la vocación y vida de nuestro Fundador es “Misionero Apostólico” como le nombró Clemente XI, siempre en comunión con la Iglesia y siempre poniendo en aprietos a la Iglesia.
Un autorizado teólogo José Comblin, al comentar lo que él llama justamente “El proyecto Aparecida” dice: Es “un proyecto ambicioso. Hace siglos que la pastoral de la Iglesia está concentrada en la conservación de la herencia del pasado. Todas las instituciones fueron adaptadas a esa realidad. El sistema fue instalado desde el siglo XII y desde entonces no ha cambiado sensiblemente… Va a ser necesario cambiar radicalmente la formación y preparar nuevas generaciones sacerdotales muy diferentes a la actual”.
Qué difícil encontrar misioneros, qué difícil un clero que evangelice. En primer lugar eso no produce plata; en segundo lugar se gasta mucho tiempo estudiando, orando, preparando, caminando hacia la gente, trasnochándose, atendiendo a la gente después de su trabajo del día, etc.; en tercer lugar eso exige mucho del que predica: ser él en primer término discípulo de Cristo. Se requiere mucha gratuidad para invitar comensales al banquete del Reino…
En su reciente Carta circular sobre “La Sabiduría, la Profundidad y la Vitalidad de dejarse acompañar”, el P. General, citando una constatación de un reciente Congreso del Centro Nacional de Vocaciones en Italia, dice que “no existe tanto una crisis de vocaciones (sin entrar en cuestión de número), sino más bien una crisis de los acompañantes de los jóvenes” Y luego añade, “Antes que nada, un verdadero acompañamiento vocacional requiere siempre de un maestro, de un guía que sepa estimular, sostener, iluminar a cada joven dispuesto a un sereno y profundo camino de “discernimiento” de la propia vocación”.
Ser consciente de la propia vocación, la sublime vocación cristiana y la especifica vocación misionera monfortiana, es uno de los objetivos de todo acompañamiento vocacional. Ser consciente, además, que los dones y la vocación de Dios son irrevocables”, es uno de los objetivos fundamentales de la formación permanente, para volver siempre al amor primero y a Aquel que me ha amado primero y responderse siendo no solamente sincero sino también verdadero. Encomendamos este encuentro a la Santísima Virgen y a la intercesión de san Luis María…
PRELIMINARES
Expectativas y esperanzas del curso
· El tema del acompañamiento desde la espiritualidad montfortiana se destaca como una herramienta importante para la formación latinoamericana.
· Unificar criterios en el acompañamiento montfortiano en diversos ámbitos de nuestra acción misionera
· Actuar de manera integrada en la formación latinoamericana, de manera que seamos apoyo unos de otros.
Temores
· Que se quede todo en teoría y en el papel
· Recibir mucha riqueza, pero no cambiar de mentalidad
Contextulización del cupafal, historia. Ver Archivo adjunto. Presentación en diapositivas por el P. José Luis.
Reacciones
Al final de la presentación, se destacó cómo en este proceso hay más interés por las vocaciones y la formación de los formadores en entidades como Nicaragua, Ecuador, Brasil.
En espiritualidad y misión también hemos dado pasos con los encuentros latinoamericanos y el Mes Montfortiano, la edición de las obras completas e inclusive con la posibilidad de una nueva fundación en colaboración con las diversas entidades.
A nivel económico se ha crecido en solidaridad.
Objetivo.
Desarrollar algunos elementos (criterios, métodos, estrategias, etc.) de acompañamiento espiritual desde nuestra espiritualidad montfortiana y desde nuestra realidad de formación (formadores y formandos) en América Latina.
Metodología
VER, JUZGAR - ILUMINAR, ACTUAR
Texto Guía
Lucas 5, 1-11: El llamado de los primeros discípulos.
Participantes
Formadores de América Latina y el Caribe,
otros montfortianos interesados en el tema y
dos miembros invitados de Foyer de Charité de Paipa.
I. DINÁMICA DEL VER (La orilla)
1. Punto de partida de la reflexión, Lucas 5, 1-3, donde Jesús está con la multitud y se comunica con Pedro, subiéndose a su barca (su vida). Esto sucede a la orilla, es decir, el límite entre la tierra firme y el mar.
a. La realidad de los formadores.
2. Constatamos la necesidad de: conocernos mejor, adquirir mejor formación para ser formadores y acompañantes espirituales, teniendo presente que nos hacemos formadores para la vida en los diversos ambientes en que trabajamos. También, la importancia de trabajar en equipo para encontrar apoyo y luces en este campo, de manera que nos configuremos como comunidades formativas en nuestras entidades.
Herramienta evaluativa de las dimensiones de la vida religiosa montfortiana. El siguiente cuadro muestra la síntesis autoevaluativa de los formadores de América Latina y el Caribe:
3. Al analizar el posiciograma general, constatamos que valoramos tanto nuestra espiritualidad montfortiana que nos sentimos pequeños ante ella, como la necesidad de conocer cada día más nuestra riqueza espiritual.
4. Sentimos que nos falta una mayor y más profunda preparación para el acompañamiento.
5. Finalmente, destacamos la puntuación alta, de la dimensión comunitaria, eje de nuestra vida religiosa y lugar fundamental para el testimonio, el acompañamiento y la formación.
b. La realidad de los formandos
6. Nuestros formandos vienen de una cultura ligth, por lo que se ven tentados y movidos por la vida fácil, cómoda, sin mucho compromiso aunque quieran cambiar la realidad, poseen a su vez un deseo de libertad, pero sin estructuras ni normas, por lo que para ellos, asumir nuevos procesos de vida en la comunidad, es una experiencia que les presenta dificultades. Esta es una cultura del internet, de la tecnología por lo que manejan mucha información sin poseer un conocimiento y capacidad crítica buena, les preocupa la imagen, la moda; están rodeados de música y ruido, por lo cual, entran a las casas de formación pero quedan como con un pie afuera, dejando la posibilidad de salir, de volver atrás…
7. Tienen una tendencia al individualismo, a la autonomía, a querer arreglárselas por sí solos, con deseos de sobresalir y de identificarse con algo o con alguien; esto les hace incoherentes, desconfiados con los formadores, les genera dificultad para compartir su vida y profundizar en ella y les mengua la capacidad para acercarse a la gente, a los pobres. Son entonces, vulnerables, están confundidos, desorientados, con muchas preguntas e inquietudes mientras son sensiblemente consumistas, emotivos, y viven sólo el momento presente en una búsqueda de sentido pero más desde lo experiencial que desde lo racional. Están en definitiva en un constante cambio de su manera de pensar, de actuar, de ser en el mundo.
8. Vienen a veces de una experiencia espiritual marcadamente carismática, de avivamiento y por eso las estructuras no son bien aceptadas por ellos. Están rodeados de signos religiosos pero con ignorancia en su fe. Les gusta lo montfortiano y encuentran en lo mariano su encuentro con Dios, sin ir más allá. Sin embargo, manifiestan una búsqueda de Dios pues entran con facilidad en prácticas espiritualistas de este tiempo, tratando de hallar ahí seguridades.
9. Entran algunos como mutilados por sus realidades de desintegración familiar, con vacíos afectivos, externamente fuertes pero internamente inseguros, heridos y necesitados de ser escuchados y tenidos en cuenta, reconocidos; esta realidad les genera una cultura del resultado en la que la acogida de las gentes en la pastoral y el número de personas que asisten a la misión es importante y puede afectar su ánimo y desempeño, mientras les gusta ser acompañantes de chicas bonitas pero la opción por los pobres y el trabajo con los pequeños del Reino se ve mediada sólo por lo bonito, lo bello, lo estético. Igualmente, en lo afectivo, los roles y la definición sexual es a veces en ellos algo confuso que con dificultad asumen. Son creativos, alegres, llenos de vida, sinceros y afectuosos.
10. Las diferencias culturales y los valores asumidos en las distintas realidades de donde provienen, les dan una manera ingenua o también hábil para asumir el mundo y pensarlo. Por otra parte, existe un desarraigo cultural en ellos mismos, pues no dan razón de la mayor parte de las costumbres y de la herencia recibida. Al entrar a la formación se desarraigan y se instalan en un mundo que les hace olvidar el origen de donde provienen.
11. Desean ser montfortianos pero sin conocer ni pensar lo que eso realmente implica y significa. Para ellos es clave el ejemplo del formador, él es el punto de referencia de la fraternidad pero se cuestionan mucho cuando llegan a otras comunidades locales y ven otra realidad.
12. Dada esta realidad, reconocemos que acompañar y orientar a nuestros jóvenes es todo un reto que nos cuestiona profundamente ante los cambios y nuevas formas de vida religiosa que hoy se van suscitando. Por consiguiente, los formadores y acompañantes, podemos caer en la tentación de esperar demasiadas cosas de los formandos, olvidando que esta labor implica sembrar y esperar para ver los frutos, como también corremos el peligro de querer «hacerlos a nuestra imagen» o de motivarlos a elegir retirarse de la congregación. Con todo, encontramos que no es necesario, que seamos expertos en acompañamiento, más sí que generemos relaciones cristianas verdaderas. Esto es posible en la medida en que el formador y acompañante se conozca y se deje acompañar.
c. Los jóvenes y su cultura
Textos Guía
“Globalización, cultura y sociedad con sus reflejos en el mundo de la familia y de la juventud” de Jesús Andrés Vela, s.j. (Colombia).
13. Mundo globalizado. Hay crisis en todos los niveles de la sociedad, alimentada por el predominio de la tecnología, la mundialización del mercado, la información, la globalización de lo social. Todo es relativo. El joven es formado en el presente y vive el presente, no tiene en cuenta el pasado, como tampoco le es importante el futuro. Su preocupación es tener las cosas que le ofrece el mercado y el dinero para adquirirlas. Aquí el joven cuestiona el testimonio de la Iglesia porque no puede ser ciega a los cambios de la historia.
14. Familia y Juventud en Crisis. Los modelos familiares han cambiado y los jóvenes en ello se enfrentan a una confusión para definir sus roles relacionales y sexuales; por ello, necesitamos abrirnos a la experiencia personal del contexto familiar en que crece el joven, acompañarlos en su confusión que incluye su identidad, sus valores, su familia, su relación con la autoridad, sus capacidades para expresarse y acoger la diversidad y sus narrativas como valores que se han de promover sin titubeos desde el evangelio.
15. Aplicaciones a la Pastoral juvenil. Surgen diversas inquietudes sobre el cómo acompañar ante la globalización y el materialismo, por la desintegración y descomposición de las estructuras sociales y religiosas, de lo racional… cuando lo absoluto es relativizado, lo sensible predomina, mientras la búsqueda de seguridades y expresiones “ligth” son necesarias y el evangelio pareciera ser puesto al servicio o en función de las nuevas mentalidades y situaciones. Ante esto la radicalidad evangélica y el testimonio vital de la vivencia del evangelio se han de conservar expresándose en los lenguajes de hoy, empleando la expresión corporal, estética y lo afectivo para llevar a un discernimiento propio de lo evangélico.
16. Elementos postmodernos aplicados a la pastoral. Son elementos postmodernos de los jóvenes: el subjetivismo integral, el pensamiento débil, los microlenguajes, el protagonismo de la seducción, la rapidez de los procesos. Ante esto el padre Vela expresa: “La vocación misma tendrá que tener más el carácter de proceso de vida que de una opción final definitiva” lo cual nos implica estar dispuestos a estar repensando y reconsiderando los procesos formativos con los jóvenes sin pretender que sean definitivos y aplicables para toda época e invitar a los jóvenes a procesos de acompañamiento pastoral y espiritual, que les permita asumir su presente en conexión con lo pasado y su futuro.
17. Cuestionamientos de la postmodernidad a la fe cristiana. Estamos ante cambios diversos de culturas, sincretismos religiosos, segmentación de las iglesias, tendencia a la pérdida de fe en Dios, ante lo que la Iglesia en la esencia de su mensaje necesita adecuarse para encontrar al hombre atendiendo a su humanización y sus dolores. ¿Cómo articular entonces, los valores del evangelio en el acompañamiento al ser humano en un mundo lleno de propuestas contrarias a él y que lo descentralizan de si mismo?
“Liderazgo Juvenil, Ética y Valores”, de José Martín cárdenas Silva (Perú).
18. El autor presenta la realidad del Perú, que no es ajena a las realidades de la América Latina, con una diversidad de ingredientes que configuran una sociedad desigual, de corrupción, de pocas oportunidades sociales. Estamos llamados a adquirir una conciencia crítica ante la realidad desde valores del Evangelio ante una ética laica simplemente filantrópica, adquiriendo compromiso personal con la realidad para transformarla.
Documento Aparecida
Cap II, la vida de nuestros pueblos hoy (Ver Nº 442-446)
19. Los mayores constatamos que vivimos un cambio de época, no así los jóvenes que viven su propia época, caracterizada por la globalización, el individualismo, insolidaridad, exclusión, despersonalización, donde los jóvenes sufren calladamente sin ser concientes de que pueden llegar a ser los principales excluidos de la sociedad poniendo en riesgo su propia identidad.
20. Aparecida reconoce en estas realidades que los jóvenes son sensibles al llamado de Jesús con un deseo de querer encontrar sentido, pero les cuesta el sacrificio.
21. A ellos las instituciones sociales, religiosas, políticas, familiares no les dicen mucho, no hay una socialización de valores desde allí, sino a través de sus amigos y los medios de comunicación social, por ello están expuestos a ser objeto de nuevas propuestas sociales y religiosas que ofrecen falsos valores y falsa felicidad.
22. Estamos llamados a ayudarles a asumir responsablemente su vida desde un encuentro con Jesucristo Vivo, de manera que experimenten alegría de estar con él, de pertenecer a su Iglesia con sus valores y de comprometerse con su realidad.
d. El acompañamiento y la espiritualidad montfortiana. Nuestra experiencia de acompañados y acompañantes.
23. En la experiencia personal de acompañados y de acompañantes la libertad y la amistad generan un ambiente de confianza, que enriquece la vivencia de la espiritualidad montfortiana y la maduración de la fe. Acompañar entonces implica ser hombres de acogida, de oración.
24. La espiritualidad montfortiana posee una riqueza muy grande que permite en sus diversos matices orientar y permitir a las personas realizar procesos de vida espiritual con incidencia en su vida.
II. DINÁMICA DE ILUMINAR: Mar adentro (Lc 5, 4-10a)
a. El discernimiento espiritual. P. Fernando Londoño, s.j.
25. Hablar de discernimiento espiritual es “irrupción del Espíritu” en la vida de una persona, es un “sacudón” de las estructuras del ser humano y de la Iglesia por la fuerza del mismo Espíritu, es dejarnos guiar por Él hacia donde no sabemos realmente, es la invitación de Dios a ser dóciles a su acción, para caminar hacia la perfección del Padre en una actitud de apertura a Él mismo que se revela al hombre.
26. El discernimiento espiritual es necesario para aclarar el camino del ser humano cuando es confuso, cuando se encuentran trampas,… aquí es necesaria la búsqueda de la voluntad de Dios[1] que dinamiza la vida espiritual: vivir todo en Cristo Jesús, de manera que la relación con la misma creación contiene una dimensión “crística”, pues la Voluntad del Padre se realiza en Cristo mismo, dinámicamente, como un río que busca el océano. En esto vale la pena tener presente que Dios manifiesta su deseo (gr. thelema) más no las maneras de que se realice, tarea que le compete al ser humano concretar, más a veces Dios manifiesta concretamente lo que la persona ha de hacer (gr. boulomai). Ahora bien, es desde la Palabra de Dios donde se discierne la Voluntad divina y desde la historia misma de la persona. Puesto que, a la luz de la Palabra divina se lee con claridad los signos de los tiempos, se descubre cómo el amor divino atrae a realizar una determinada figura de hombre, de Iglesia y de sociedad, y se va realizando la configuración con Cristo. El hombre entonces, está llamado a discernir los malos espíritus del buen espíritu (Gál. 5), pues sólo el Espíritu mueve y guía al ser humano a descubrir y expresar que “Jesús es el Señor”. Aquí, la fuerza profunda y clave para el discernimiento auténtico es el Amor, desde el cual somos juzgados.
27. Etimológicamente, discernir, proviene de expresiones griegas expresadas desde tiempos de Homero: krinw, diakrinw: juzgar, interpretar, que en latín se traduce como cernere y discernere: cernir, cribar, separar, conocer, reconocer y decidir, de donde discernir viene a ser: percibir claramente las diferencias de las cosas.
28. Bíblicamente en el AT se usan expresiones como Safat: que distingue la acción de los gobernantes y los profetas para hacer todo según la voluntad divina ver (Ex 18, 13-26 y Dn 9, 11-14); en el NT se emplea la expresión diakrinw por Jesús para expresar lo que se debe distinguir, también Pablo emplea la palabra dokimazw: poner a prueba algo y diakrinw: discernir.
Conocer la Voluntad de Dios
29. En San Ignacio se encuentran tres modos de conocer la voluntad de Dios:
29.1 El del místico y el profeta: distingue la situación concreta, con claridad, certeza y con tranquilidad en la opción siguiendo lo que ellos ven que hay que hacer aún cuando no tengan para ello una respuesta lógica y esto les genera rupturas dolorosas en lo afectivo, dificultades psicológicas. Realizan síntesis entre las normas generales y la concreción desde una lectura del Evangelio.
29.2 El de los existenciales: viven en la duda y la angustia, viviendo como en un péndulo donde a veces todo parece claro y otras veces oscuro. En la angustia se une el miedo a ser quijotesco, sin cambiar nada en su vida. Ante esto la duda e inseguridad serán su resultado, que los llevan a la ideologización de la fe, poniendo a Jesús en igualdad de condición con nosotros.
29.3 El de los lógicos: acentúan sus razones iluminadas por la fe, sin emociones ni conmociones, con tranquilidad ante las situaciones que enfrentan. Confrontan sus razones desde la fe para discernir que lo que descubren es voluntad divina.
30. El discernimiento, es para hombres y mujeres que son llamados a una vida de seguimiento más cercano del Señor Jesús. Es un lenguaje para hombres que se acercan a Dios, de oración, de vida espiritual profunda. Sólo desde allí se puede ayudar y acompañar a otros. Ahora bien, el discernimiento no resulta de una oración sola, de una reunión para decidir desde estadísticas o por voto de una mayoría para tomar una decisión. No es buscar verdades absolutas para acciones definitivas.
Reglas para discernir
31. San Ignacio de Loyola (s. XVI) desde su experiencia logró distinguir ciertas reglas para el discernimiento, las cuales hablan de mociones, impulsos afectivos que acontecen en nosotros, inclinaciones que conducen a hacer algo. El discernimiento debe llevarnos a saber de dónde proceden esas mociones (de Dios, del ángel malo, de nosotros mismos) y hacia dónde nos llevan. El santo en sus reglas habla primero de sentir la moción, luego de discernir la moción, su procedencia, su calidad y, en tercer lugar aceptar o rechazar esta moción. Pero advierte que cuando la persona va en búsqueda de la Voluntad divina alejándose del pecado, el diablo le muestra en su discernimiento diversidad de dificultades que tendrá si insiste en ello, con el fin de hacerlo desistir; mientras el buen ángel consuela, anima y fortalece. En consecuencia, la sensibilidad humana es el lugar donde más se percibe la consolación y la desolación.[2]
32. El lenguaje de Dios se distingue por los fenómenos experimentados por el ser humano en su corazón que mueve a la alegría interior, a las lágrimas con paz, a la esperanza, al amor. La consolación puede ser con causa o sin causa precedente. La que es sin causa precedente sólo Dios la concede. La consolación con causa precedente la puede dar tanto Dios como el mal espíritu. La consolación es entonces, cuando una moción mueve al alma a vivir experiencias y sensaciones que llevan y atraen hacia Dios y sus gracias.
33. La desolación espiritual es todo lo contrario a la consolación, genera oscuridad, turbación, moción a las cosas bajas y perversas, inquietud y tentaciones, etc. Consecuentemente, los pensamientos que surgen de la consolación son contrarios a los de la desolación, y los consejos del buen espíritu permiten acertar, mientras los consejos que da el mal espíritu en tiempo de desolación llevan a jamás acertar en nuestras opciones y decisiones vitales. En esto, San Ignacio recomienda nunca hacer mudanza en tiempo de desolación, sino conservarse fiel en sus labores, opciones y acciones que se realizan desde el tiempo de consolación, hasta estar sereno y con el control de sí mismo y saber lo que realmente se ha de hacer; es mejor y ayuda más, acudir a la oración, la meditación, el discernimiento cuidadoso y hasta convenientemente hacer penitencia (ponerse en contra de la desolación), pues con el auxilio divino se recibe gracia suficiente para caminar adelante y se alcanza luego, con paciencia, la consolación, la gracia de Dios basta.
34. Tres causas principales de la desolación:
34.1 por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestro crecimiento espiritual, y así por nuestras faltas la consolación se aleja de nosotros;
34.2 para probarnos, para ver cuánto valemos y cuánto nos esforzamos en el servicio y la alabanza, sin tantas consolaciones y crecidas gracias;
34.3 para que interiormente sintamos que no es de nosotros tener gran devoción, amor intenso, lágrimas ni alguna otra consolación, sino todo es don y gracia de Dios nuestro Señor; y para que no nos instalemos en esas cosas alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o vanagloria, atribuyéndonos tal consolación.
35. San Ignacio advierte también tres características del diablo para su obrar:
35.1 El enemigo se parece a una mujer en tener poca fuerza y, sin embargo, parecer fuerte. Es propio del enemigo debilitarse, desanimarse y retirar sus tentaciones cuando se resisten y enfrentan sus ataques. Ante esto: enfrentar la tentación;
35.2 se parece a un vano enamorado en querer ser secreto y no descubierto. De igual manera, cuando el enemigo de la humana naturaleza trae astucias y sugerencias al alma justa, quiere y desea que sean recibidas y tenidas en secreto. Si se descubren al buen confesor o a otra persona espiritual que conozca sus engaños y malicias, le molesta mucho, porque sabe que al haber sido descubierto ya no podrá lograr su objetivo; ante esto: contar la moción;
35.3 actúa como un asaltante para vencer y robar lo que desea. El enemigo de la humana naturaleza, rondando, examina todas nuestras virtudes —teologales, cardinales y morales—, y por donde nos halla más débiles y necesitados nos ataca y trata de tomarnos. Es un estratega, ante esto: conocer y aceptar las debilidades.
36. En la segunda semana de los ejercicios espirituales, san Ignacio propone unas reglas para una mayor discreción de espíritus. Propone cómo es propio de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación que el enemigo induce; del cual es propio militar contra la tal alegría y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, sutilezas y asiduas falacias. Aquí llega, lo ya mencionado sobre la acción de Dios que da una consolación al alma sin causa precedente, Entonces, es de advertir el discurso de los pensamientos: si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo bien, es señal del buen ángel, más si el discurso que trae, acaba en alguna cosa mala, o distractiva, o menos buena de lo que se proponía ser, la enflaquece o inquieta o conturba y quita la paz del alma, su tranquilidad es señal del mal espíritu. Es necesario pues, distinguir dónde se torció la intención; entre tanto, cuando la moción es dada sin causa precedente, a la persona le compete mucha vigilancia y atención para distinguir esta de la otra siguiente, de manera que se pueda reconocer si viene de Dios, o resulta un engaño del maligno aprovechando el “calor” del alma.
Contribución de la psicología al discernimiento
37. Karl Ranher habla de que la vida es un mundo de decisiones continuas. Ahora bien, la psicología desde Freud concibe al ser humano pasivo, incapaz de tomar decisiones; aquí los formadores son llamados a evitar el paternalismo. La psicología humanista lo considera como fundamentalmente bueno, confiable, lo deja realizar lo que quiere; los formadores deben entonces, dar instrumentos para que la persona adentre en sí misma y asuma su vida, sus opciones. La psicología conductista (behaviorismo) dice que el ser humano es resultado de los patrones que genera el medio que lo rodea, donde la libertad no cabe, ante esto el formador es el hermano mayor que acompaña y ayuda a descubrir los valores propios de la persona.
38. Bernard Lonergan, habla del discernimiento comunitario como un movimiento cíclico del conocimiento en el que, como el espiral, se vuelve a lo mismo mientras se adquiere mayor conocimiento. El discernimiento contiene las cuatro fases del conocimiento: recoge los datos de la experiencia, la interpretación de los datos provisoria; la reflexión crítica que examina lo anterior y emite un juicio de valor o juicio creyente (lo bueno, o desenmascaramiento de lo malo con apariencia de bueno) y finalmente, la decisión y acción que implica una opción concreta, que no va de acuerdo con el juicio de valor emitido, de manera que se obra según se descubre la voluntad de Dios. Aquí nace una decisión madre que orienta otras opciones menores o pequeñas en su misma dinámica, la del amor divino. El discernimiento aquí no es para tomar una decisión definitiva. Se tiene presente que el discernimiento es un arte provisorio del peregrino.
39. De otro lado, el discernimiento ayuda a conocer a las personas. Véanse algunas tipologías antropológicas:
39.1 Los que ven y no sienten, son ciegos y sordos ante la realidad y las expectativas de la gente.
39.2 Los que se confían a sus instintos, por lo que les mueve espontáneamente, en cada momento de su existencia.
39.3 Los que piensan y no hacen: quienes piensan mucho y demasiado las cosas más no llegan a ninguna decisión.
39.4 Los hacen y no piensan. Como la anterior tienen un bloqueo entre el juicio y la acción, son activistas, tanto que jamás aprenden de la experiencia, y corren el riesgo de cometer los mismos errores, no tienen tiempo para la reflexión y el discernimiento.
El papel del acompañador o acompañante
40. En el discernimiento es necesaria la presencia de una persona que se acerque a la realidad de otra. Su papel es el de mediadora entre Dios y la persona, se hace compañero de camino de fe, hermano mayor en cuanto ha recorrido más el camino de fe, pero no es jamás el protagonista del acompañamiento, ni el interlocutor principal, pues lo es Dios, por lo cual no puede invadir ni el espacio de Dios que se revela, ni el espacio del joven acompañado que busca. El acompañante esta llamado entonces, a superar la situación en que se pueda sentir muy competente para dar indicaciones definitorias, y debe evitar el pretender ser la luz plena en cada situación y que el joven pretenda estar ante un acompañamiento perfecto buscando que el acompañante decida por él. Así, el acompañante debe encaminar a la persona a asumir su libertad responsablemente, reconociendo los límites y las equivocaciones, así como debe aprender a retirarse progresivamente de la vida del otro: “es necesario que Él crezca y yo disminuya”, tarea que no es tan sencilla.
41. El acompañante espiritual, para realizar su trabajo debe tener una experiencia de Dios, de su Espíritu, para poder orientar por el camino de la fe. Unido a esto, el acompañante se caracteriza por: su capacidad para discernir sus propias situaciones vitales (vgr. Pablo en Rom. Cap. 7), vive una dialéctica interior, se conoce y sabe de sus aspectos neurálgicos; será capaz de leer los conflictos del otro y su inmadurez, hasta percibir las motivaciones más profundas, sus tensiones, su mundo interior; debe enseñar al otro a discernir sobre si mismo, a rastrear el paso de Dios por él, a entrar cada vez más en su propio interior y a aceptarse a sí mismo; ayuda a resolver las dificultades
42. Es propio del acompañante también, estimular a la persona a dejarse guiar por el Espíritu de Dios, acompañar en el camino sabiendo confrontar y cuestionar a la persona ante sus situaciones para que profundice en ellas, implica una escucha atenta de su interior, debe él verificar los hechos, sus consecuencias, sus motivaciones, sus deseos reales, sus criterios para darse cuenta si van ordenados por el Evangelio o no, iluminando este camino para que la persona misma descubra la autenticidad o inautenticidad de sus opciones y criterios de decisión.
43. El criterio central del acompañamiento es el diálogo con el Señor, en el que ayuda mucho convivir con los jóvenes para conocer su mundo, sus inclinaciones, así como tener una periodicidad, reconociendo que es un servicio muy fatigante. De esta manera, es fundamental poner atención y formar a la atención, en lo cual es necesario evitar la contratransferencia que consiste en que el acompañante al oír a su acompañado rememora su vida y se mueve a contar su vida o se propone como la solución a las situaciones del otro. Se trata de “escuchar hasta morir”, es decir que se oye como en una sinfonía de manera que se distinguen los temas y los subtemas del espíritu que abunda en la persona, su visión, sus perspectivas y significación. De otro lado, es de gran importancia la confianza que genera el acompañante, esto exige además el secreto que debe guardar el acompañante. Es necesario poner atención al mapa de la persona teniendo presente el inmenso potencial de valores que posee, a su historia, tradiciones, cultura, signos del tiempo, su realidad como lugar en que está Dios y formarle para que se libere de muchas cosas como el gusto, la gratificación, ayudarle en su bajada al infierno como la llama Cencini[3], allí donde él toca fondo dejándole así resistiéndose a la tentación de tirar inmediatamente un salvavidas pues ésta es también una provocación para encontrarse a sí mismo, para descubrir a Dios presente en su experiencia[4].
El discernimiento en común
44. Este es un valor presente en la comunidad de la Iglesia desde sus inicios, por acción del Espíritu Santo en ella (ver Hch. 1, 15-26; 10, 15; 13, 2-4; 15, 1-35). En este último texto del Concilio de Jerusalén se siguen los siguientes pasos: ubicación del problema, todos escuchan en silencio y gran respeto a cada uno de los que hablan, sin interrupciones, luego hay una iluminación bíblica por parte Santiago, luego hay unanimidad en la decisión de cosas que son vinculantes para ellos: “hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros…”, en ello experimentan una paz y alegría (constatación de la decisión).
45. Somos invitados por el Señor a conformar una comunidad que discierne, en lo cual cada uno de sus miembros debe comprometerse. Por ello, en la experiencia de San Ignacio de Loyola y sus compañeros nace la Compañía de Jesús. Lo que vivieron es de gran ayuda para muchas comunidades, es la llamada deliberación de los primeros padres: están unidos en un deseo fundamental: la búsqueda de la voluntad de Dios, más no en los medios para ello. Entonces, se reúnen de diversas naciones y pareceres, el método a seguir, inicia con un clima de reflexión y oración (durante el día, cada uno por su cuenta) y luego en las noches se reúnen, donde cada uno habla acerca de lo sentido delante del Señor, mientras los demás escuchan en silencio las razones en contra de lo que se delibera. Al otro día expresan razones a favor de lo deliberado y, finalmente toman una decisión frente a lo escuchado.
46. Condiciones personales para el discernimiento comunitario. Actitud de pobreza y libertad interior, voluntad de comunicar y obrar en la fe, es decir que, Cristo es el criterio de nuestras opciones, pues el Espíritu de Jesús dinamiza y descentra de la historia; clima de oración antes, durante y después del discernimiento; una experiencia personal del discernimiento de espíritus y, saber distinguir entre los sentimientos y el plano de la fe.
47. Condiciones para el discernimiento comunitario. Que haya una comunidad verdaderamente evangélica, teológica, unida en Dios, compuesta por sujetos aptos, que no se dejan llevar por ningún influjo más que por la búsqueda de la Voluntad de Dios; una comunidad que tenga a Cristo en el centro de ella; que todos tengan experiencia de paz, de consolación y desolación.
48. Etapas:
48.1 Reunir toda la evidencia: la explicitación de alternativas y el intercambio de los puntos de vista y hasta de un experto en el asunto sin que incline al grupo a determinada decisión, con tiempo suficiente para adquirir mayor claridad;
48.2 cada uno aporta su opinión personal sobre el tema, desde lo que piensa frente al Señor, en sus divergencias, sin presiones que generen inquietudes que sugieran dominio de otros, mientras los demás escuchan en silencio, para preguntarse qué le dice el Señor ahora. Todos deben intervenir, pero en especial, los más dóciles a la acción del Espíritu Santo, resaltando aquí que los títulos o el puesto que ocupa alguien no son garantía de ello.
48.3 Luego cada quien ora en su corazón lo que ha oído en la reflexión y la meditación;
48.4 nuevamente se congregan y cada uno expresa lo descubierto objetivamente, sin expresarse con frases cortas o estereotipadas, sin retórica alguna. Al terminar esta puesta en común, alguno lee el listado de las razones a favor o en contra, pidiendo alguna aclaración que se vea necesaria,
48.5 Acto seguido se realiza una votación, en la que surgirá una mayoría de parecer, que ayuda a orientar el discernimiento y a ponerse de acuerdo con criterio vinculante con todos los miembros de la comunidad.
48.6 Es necesaria la confirmación de esto por la autoridad competente.
La oración y el discernimiento espiritual
49. Es muy útil para el cultivo de la vida espiritual apta al discernimiento la vida de oración, pues de la manera en que se tiene un organismo físico, se tiene un organismo espiritual que se ha de alimentar y al que se debe prestar atención.
50. La oración, se centra en la Palabra de Dios, que conduce a distinguir los caminos de Dios, a los cuales se debe atender. Es la pedagogía de la libertad interior, donde la libertad significa que no haya en mi nada que obstaculice la obra de Dios para entregarme a Él.
51. El examen de conciencia. Es un momento de oración y contacto con la gente, y es más una verificación del por dónde Dios me conduce día a día. En este ejercicio es clave aceptarse a sí mismo, con toda limitación, sin lamentarse por nada de lo que se es, sin suprimir la propia naturaleza. Por otra parte el examen de conciencia permite el vaciamiento de sí, del propio ídolo, saca de sí para disponerse a la acción divina. Esta oración puede culminar considerando todo exclusivamente con relación a Dios, ofreciendo a Dios el mal y el bien realizado porque ha sido manifestación de la bondad, de su gracia y misericordia. Al considerar esto, vale la pena preguntarse finalmente: ¿qué quiere Dios de mí? ¿qué hay detrás del desarreglo personal? Es este un ejercicio de discernimiento de espíritus, en cuanto es un medio para corregir y convertirse continuamente en el espíritu por la confrontación con la Palabra. Aquí se va superando la dicotomía entre acción y oración, dando una verdadera proyección apostólica a la vida espiritual.[5]
b. El acompañamiento: la clave de la Formación. P. Donald La Salle, smm
El contexto de la Espiritualidad montfortiana
52. En la espiritualidad montfortiana se distinguen dos peregrinaciones: la primera es inesperada, de Dios hacia la humanidad en su encarnación[6] y, la segunda, de nosotros hacia Dios[7]. En el centro de estas dos peregrinaciones está presente María; Ella nos es necesaria para encaminarnos a Dios eficazmente (SM 16-18). Esta peregrinación se realiza entonces en el molde de María, por nuestra devoción a ella que nos va haciendo Liberos en cuanto cada uno se entrega todo a ella (“soy Todo Tuyo, Oh María”). Desde aquí, el acompañamiento ayuda a los jóvenes a formarse con un enfoque internacional.
El acompañamiento montfortiano
53. Es una relación continua en un ambiente de confianza en que un guía espiritual acompaña a una persona en su camino de fe y crecimiento en la vida y misión de consagrado montfortiano. Supone encuentros regulares con un diálogo abierto y honesto: “caminar juntos”. Tiene por objetivos: mirar juntos la presencia de Dios en la vida del joven, el discernimiento progresivo de su vocación, las áreas en las cuales ha crecido y en las que es llamado a seguir creciendo; recordando que no es sólo para el tiempo de la formación, sino para toda la vida[8]
54. El acompañamiento inicial, desde la etapa de la Animación vocacional debe tener presente los deseos profundos de la persona, su historia, necesidades, su crecimiento, motivaciones reales y problemáticas. Durante la animación vocacional el acompañante tiene la tarea de enseñar al joven a abrirse al proceso, a la reflexión sobre si mismo, sobre su vida, si no está acostumbrado a hacerlo, así como presentarle la misión y carisma propios montfortianos.
55. Durante el postulantado, por la diversidad de actividades formativas y de casa, se corre el peligro de privilegiar a veces el estudio, mientras lo demás, la vida de comunidad, el trabajo, el apostolado, la vida espiritual, etc., quedan reducidos a su mínima expresión. Lo más importante en este tiempo es la preparación hacia el noviciado y el camino para ser montfortiano. A nivel humano se debe acompañar los conflictos interiores y su relación con la familia[9].
56. Durante el noviciado el acompañamiento es más intenso y busca profundizar en el camino espiritual de la persona y su llamamiento a ser montfortiano.
57. Durante las últimas etapas de la formación inicial se vive una mayor madurez de la persona y esto favorece la integración de la vida con los estudios, experiencias apostólicas y comunitarias. Allí, el acompañamiento es llamado a ser más fraterno, realista, esperanzador y orientado hacia el futuro. En consecuencia, no puede ser una terapia psicológica, como tampoco una confesión.
58. Exigencias del acompañamiento. Sugiere que el acompañante sea positivo y no pesimista, honesto y respetuoso de la persona del joven. Exige en el acompañado transparencia, honestidad, voluntad de crecimiento y una vida activa de oración.
Espiritualidad y acompañamiento
59. Más que “religión de libro”, el cristianismo es una religión de una persona: Jesucristo; por tanto, quien hace camino de formación montfortiana necesita de una relación personal con Dios y vivir una espiritualidad relacional. Por otra parte, la espiritualidad incluye algunas expresiones de esa relación con Dios: ritos, prácticas, relatos, etc., desde los que se puede leer con el joven cómo obra Dios en su vida.
60. El acompañante. Debe ser consciente que su trabajo y acción se da en un contexto intercultural, dado que él y su acompañado provienen de realidades distintas. Por otra parte, el acompañante necesita en su labor tener una actitud de ingenuidad suficiente para que el acompañado pueda expresarse con mayor apertura y facilite la claridad de su situación. Además, éste debe orar mucho por sus acompañados, pues el protagonista del acompañamiento, el verdadero acompañante es el Espíritu santo.
Necesidad de supervisión
61. Quien acompaña necesita ser acompañado. Por consiguiente, será muy útil para el acompañante que pueda reconocer sus tendencias que favorecen o no su servicio. Necesita tener un lugar para separar sus asuntos personales de los asuntos del acompañado, de manera que evite proyectar su situación sobre el joven. Es útil la supervisión de compañeros (encuentros con otros formadores para hablar de algunas experiencias de acompañamiento). Es necesario el trabajo en equipo de formadores montfortianos que ayuden en el proceso de acompañamiento que le den una institucionalidad benéfica al formador y una mayor y más acertada perspectiva de sus acompañados.
Hacia un acompañamiento propio montfortiano[10]
62. La experiencia de acompañado y acompañante en el P. de Montfort, es especialmente vista en sus cartas, en el amor de la Sabiduría Eterna y en el Tratado de la Verdadera devoción, en las cuales se destacan algunas características como: a) la relación de confianza, la comunión entre el guía y la persona guiada; b) la consideración objetiva de las experiencias de la vida real; c) la atención particular a las realidades subjetivas de los deseos y sentimientos; d) el camino hacia la libertad interior y, e) el acompañamiento centrado en el crecimiento de la persona hacia su autonomía.
63. El acompañamiento en esta perspectiva, es un movimiento dinámico. De la falsa sabiduría hacia la Verdadera Sabiduría, de las falsas devociones hacia la Verdadera Devoción.
El arte del acompañamiento
64. Esta labor del acompañamiento suele ser un verdadero arte que necesita ser bien desarrollado. Como montfortianos y desde la experiencia del Fundador, estamos llamados a ser maestros en el acompañamiento, por lo cual cada acompañante aprende las bondades y habilidades de este arte no solo por los libros que instruyen e ilustran —que nunca serán suficientes—, sino por la práctica del mismo —que es la mejor manera de perfeccionarlo— y por el aprendizaje de los errores que se pueda cometer en este ministerio.
65. En el ejercicio práctico de acompañantes resaltamos que es muy importante ser prontos y diligentes para este servicio, atender con delicadeza al lenguaje en que se expresa el acompañado (expresión gestual y corporal, como expresión de sus palabras) ya que éste puede dar luces acerca de las situaciones reales que se necesita acompañar. Será de gran ayuda, no centrarnos en lo negativo que hay en las situaciones que vive la persona, sino más bien en la manera en que Dios va actuando en ellas. También, permitir a la persona expresarse facilitándole con preguntas generales y reflejos contar la vida en mayor confianza cada vez, de manera que la sea ella quien desc[11]ubra cuál es su situación problemática, evitando presionar o perseguir el problema en el diálogo, e informaciones innecesarias o caer en la tentación de dar consejos y ofrecer soluciones concretas al problema. Evitando también, caer en la tentación de espiritualizar las situaciones más angustiantes de la persona.
66. En el ámbito de la Espiritualidad montfortiana es clave para realizar procesos de acompañamiento la búsqueda y elección de la verdadera Sabiduría como motivación especial y la Consagración Total de la persona a María para hacer camino eficaz en esa búsqueda con la experiencia de la Libertad interior. En nuestra espiritualidad encontramos algunas ayudas que suelen ser muy útiles para esta realización y que son propuestas por San Luis de Montfort.
67. En la carta del P. General, Santino Brembilla, smm., llama mucho la atención el hecho de que el acompañamiento es para vivirlo y experimentarlo en todas las etapas de la vida pues de lo contario se termina viviendo actitudes como la huída, la acusación y la inmovilidad, y también cómo el acompañante no es solamente una persona, son también otras realidades como los años que pasan en los mayores, la comunidad.
68. El acompañamiento, por ser gradual y un camino de fe cristiana, en el contexto de la formación del joven que desea ser religioso montfortiano, exige tener presente los procesos formativos mismos (animación vocacional, postulantado, noviciado, juniorado) que dinamizan su deseo vocacional en el que se integra su vida toda. Aquí será necesario que quienes acompañan, los formadores tengan claridad del proceso que está llamado a vivir el joven para poder acompañarlo con mayor efectividad; de otro lado se debe tener presente las capacidades y exigencias que propone la formación internacional latinoamericana y de la Congregación toda manifestadas en la Ratio Formationis en su Segundo Volumen —próximo a publicarse— especialmente, con sus adaptaciones respectivas, para las cuales los formadores son llamados a ser sensibles a todas las culturas, es decir, que son llamados a la internacionalidad ellos primero[12], como una nueva exigencia para cultivar este arte del acompañamiento.
69. Por el camino que hemos seguido y el que nos disponemos a realizar como Congregación, es de gran provecho establecer lazos eficaces y continuos de comunicación entre los responsables de la formación en las diversas entidades que participan de este proceso, aprovechando los medios de comunicación como la Internet.
c. Itinerarios Montfortianos para el acompañamiento. Equipo de Formadores
de Colombia
70. En la tradición bíblica veterotestamentaria: hebrea, judía aparecen diversos itinerarios de grandes hombres que han hecho camino con Dios, entre otros recordemos a Abraham, Jacob (José en Egipto), Moisés (el éxodo), Elías, David, etc.; en la tradición neotestamentaria Juan el Bautista, Jesús mismo por los diversos lugares de camino que transita y con personas con quienes se encuentra, María, Pedro, Pablo: “en él nos movemos (itinerario), somos y existimos” (Hch. 17, 28).
71. En la vida de la Iglesia, ha habido también grandes hombres y mujeres que han enseñado itinerarios de fe, de configuración con Cristo a través de diversas metáforas que expresan movimiento, camino, itinerario como por ejemplo: las tres vías clásicas: purgativa, iluminativa, unitiva (la imitación de Cristo de Kempis), el de la mente a Dios (San Buenaventura), el castillo interior (Santa Teresa de Jesús), entre otros.
72. San Luis de Montfort, presenta en sus obras diversos itinerarios que él mismo vivió, como los presenta De Fiores en su Tesis doctoral[13]. Ya en sus escritos encontramos algunos como los presentados en el Amor de la Sabiduría Eterna: la Sabiduría que busca al ser humano (31-180), el ser humano que busca la Sabiduría (181-227); los presentados en el Tratado de la Verdadera Devoción: el camino de Consagración total (227-230); el camino interior de consagración (119) y el camino de las prácticas interiores para los que quieren ser perfectos (258-265); el presentado en la Carta Circular a los Amigos de la Cruz (17-62) que parte del texto Mc 8, 31.[14]
73. De manera característica, la espiritualidad montfortiana es heredada del Fundador para ser vivida en plenitud buscando deseosamente nuestra configuración con Cristo Jesús, la Sabiduría Eterna y Encarnada. Vivir esta espiritualidad nos ayuda a conjugar la mística y el apostolado y nos capacita para acompañar a otros en la fe, dejándonos primero acompañar en ello. En consonancia con esto, la espiritualidad monfortiana no es para unas élites, pues nació en un ambiente popular, es para todo el mundo, para las gentes humildes de la Iglesia.
III. En la dinámica de ACTUAR: Tierra firme (Lc. 5, 10b-11)
El acompañamiento montfortiano en nuestros procesos formativos
74. De acuerdo con lo visto anteriormente, en el contexto de la formación montfortiana latinoamericana es conveniente que como Formadores de las diversas entidades, tengamos unos criterios y herramientas comunes para el acompañamiento espiritual de nuestros jóvenes.
La animación vocacional
75. Se propone el siguiente esquema para un acompañamiento espiritual montfortiano desde el itinerario de la Carta Circular a los amigos de la Cruz[15]
En el postulantado
76. En esta etapa, dada la diversidad de los postulantados actuales, se propone el itinerario de los medios para alcanzar Sabiduría (ASE [16]:
77. El deseo ardiente. Parte de las preguntas: ¿qué deseos me habitan? ¿cuáles experimenté en este tiempo (una semana, un mes)? En los ámbitos personal, familiar, espiritual, misionero y académico, identificando los signos que manifiestan una falsa sabiduría y la verdadera sabiduría.
78. La Oración Continua. El punto de partida es las cosas que le han hablado de Dios al acompañado en el tiempo en que llega (días, semana, mes), desde el silencio interior, las imágenes de Dios, la calidad de su oración y la lectura del paso de Dios por su vida.
79. La Mortificacion universal. Aquí, se invita al acompañado a mirar qué clase de rupturas necesita hacer de cara a Jesucristo y las renuncias que ha realizado a nivel familiar y afectivo, del ambiente: modas y bienes, de esquemas mentales.
80. La Verdadera y tierna Devoción. Donde se pretende que el joven lea la manera en que María le conduce a Cristo Sabiduría destacando experiencias, situaciones y momentos significativos; por otra parte se busca leer a María en la propia vida desde la contemplación y confrontación con los misterios del rosario.
En el noviciado
81. El itinerario formativo del Noviciado sigue el camino propuesto por Montfort como preparación a la Consagración Total, es decir, el llamado “mes montfortiano” con sus dos movimientos: vaciamiento y llenado. Dada la especificidad de esta etapa formativa el acompañamiento espiritual de los novicios sigue el mismo itinerario a nivel personal y comunitario[17].
82. Algunos presupuestos
82.1 Es el acompañante quien tiene este itinerario de acompañamiento en la mente y en el corazón, no el novicio. Se trata de la perspectiva o el lente con el cual el maestro mira y contempla el camino espiritual del novicio.
82.2 No es necesario que el novicio tenga claridad completa sobre todas las etapas del camino. Lo importante del itinerario es que el joven se reconozca como caminante, en marcha, peregrino… y que pueda integrar en este camino toda su historia personal con sus experiencias de dolor y de gozo.
82.3 Dos imágenes pueden darnos una idea más clara del itinerario de acompañamiento hacia la consagración total en el noviciado:
a. Las diversas escenas de una película que se van sucediendo y que adquieren sentido solo cuando se conoce el final de la historia.
b. El proceso de gestación del niño en el vientre de la madre: espera, paciencia, soledad, imaginación, sueño, caricia, oración, dolor, pequeños movimientos…
82.4 El acompañado debe encontrar durante el proceso de acompañamiento sus fortalezas a nivel espiritual, a los cuales debe volver siempre para retomar valor y seguir el camino.
82.5 Aunque Montfort estructuró el itinerario por etapas con tiempos determinados, en realidad se trata de aspectos del mismo proceso que se van dando poco a poco de manera simultánea y con un nivel cada vez más profundo, como en un espiral. Vaciamiento y llenado van de la mano. No se da uno primero que el otro. Pero es necesario durante el noviciado dedicar algún tiempo específico a cada uno de ellos para desatacarlos.
83. El itinerario. Se propone el itinerario dado por Montfort en VD 227 – 233, que contiene los siguientes pasos hacia la Consagración Total: el Vaciamiento del espíritu del mundo, el Llenado: Conocimiento de sí mismo, Conocimiento de María, Conocimiento de Jesucristo, y consagración total. Para ello proponemos dos esquemas a seguir.
En el Juniorado
84. En esta etapa de la formación se propone el Itinerario de Vida Interior, de configuración con Cristo, en el cultivo de las actitudes interiores que conduzcan también a construir el Reino de Dios[18]. Este se puede aplicar así:
85. Con María: SM 45-46; VD 260: Vivir como María, modelo acabado de discípulo y misionero de Cristo; discernimiento para anonadarse ante Dios, vaciarse y dejarse llenar de Dios; imitación de sus virtudes; ver VD 60; Garantía: María Molde de Dios para modelar imágenes de Cristo. VD 160.
Pedagogía a seguir: a partir de las virtudes que más caracterizan a un joven o que más le hacen falta para cultivarlas o adquirirlas. Tomar una por una. Tomar en cada una su situación y necesidad personal, hacer referencia siempre a Jesucristo, a María y a Montfort como modelos, y confrontar en su vida el camino para ir adquiriendo cada virtud: logros, dificultades, camino hecho.
86. Por María: el objetivo claro es la unión con Cristo y los medios son: recurrir a su intercesión, orar siempre en unión con Ella, SM 48; renunciar a sí mismo y obedecerle en todo, siguiendo su espíritu que es el mismo de Dios: VD 258. Esto puede aplicarse para consolidar una virtud o para adquirirla y cultivarla. No separarla del anterior, pues apuntan en la misma dirección.
87. En María: Para formarte en Jesucristo y Jesucristo sea formado en ti y para liberarte del egoísmo. En unión íntima con ella: que María habite en ti y tú en Ella, si recibes la sagrada Comunión, hagas lo que hagas, será siempre en unión con Ella y así liberarte del egoísmo: SM 47; María es el paraíso de Dios, morada de Dios, jardín de Dios… Es la dimensión más mística. Montfort expresa su experiencia mística.
En la pedagogía será importante escuchar y ver mucho el camino que está haciendo el joven. Presentar la belleza de María. Puede ser también partir de la experiencia de enamoramiento para ver la relación del joven con Cristo y con María.
Puede servir mucho la imagen y oración: Oh Jesús que vives y reinas en María. También la oración del Santo Rosario y algunas frases litánicas. También destacar que cada preposición tiene relación con las otras y se repiten o complementan.
88. Para María: no para tomarla como fin último de tus acciones sino como medio para tu fin último que es Cristo y para experimentar la dicha de tu unión con Él; es para vivir la dimensión misionera de tu consagración. Es importante leerla a la luz de la vida misionera de Montfort y de sus escritos: Cánticos, Cartas. Ver Sabiduría apostólica. Montfort destaca la belleza de María, un valor tan apreciado hoy en día en la cultura postmoderna. Destacar el lugar de María en la historia de salvación y todo en función de la construcción del Reino de Dios. Confrontar el compromiso apostólico del joven con la finalidad de esta actitud interior. Inspirarse en las virtudes apostólicas de María: Puebla, Marialis Cultus, Aparecida, entre otros. Se propone, finalmente tomar una preposición cada año… y hacer síntesis…
NOTAS:
[1] Vale la pena anotar que el discernimiento es de gran ayuda para el acompañamiento espiritual, en cuanto da herramientas que ayudan a la persona a elegir y tomar decisiones vitales en su vida con certeza, mientras el acompañante le orienta en ese proceso, que de paso acerca y conduce hacia Dios mismo.
[2] Desde aquí, se mencionan las reglas del discernimiento dadas por San Ignacio de Loyola para la primera semana de los ejercicios espirituales propuestos por él denominadas: Reglas para de alguna manera sentir y reconocer las distintas inspiraciones que aparecen en el alma. Ver Reglas para el discernimiento en el Apédice.
[3] Sacerdote italiano. Profesor de psicología aplicada y pastoral vocacional de la Pontificia Universidad Salesiana.
[4] En este papel de ser acompañantes, hemos de tener presente la invitación del P. General a dejarnos acompañar primero en toda edad. En otro ámbito, no podemos desconocer la delicadeza del secreto y del acompañamiento a personas con inclinaciones homosexuales, bisexuales y transexuales que aspiran a la vida sacerdotal y religiosa con sus deseos y sufrimientos profundos. Ver “Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las Ordenes sagradas” de la Congregación para la educación católica (4 de noviembre de 2005)
[5] Pasos para el examen de conciencia. a) Inicia con una acción de gracias a Dios por lo que nos da como un acto de pobreza, pues sólo un pobre puede apreciar el don más insignificante; b) luego pide la luz del Espíritu para descubrir las mociones espirituales, c) ahora la persona puede hacer una supervisión práctica de lo que ocurre en si misma, para lo que ayudan preguntas como ¿qué ha sucedido en mi? ¿Cómo ha estado presente Dios en ello? ¿cuál ha sido mi actitud frente a la vida?, es preciso realizar entonces una lectura espiritual de la vida: ¿cuál ha sido mi respuesta?, aquí es donde se discierne los signos de los tiempo de la propia historia de la salvación: ¿esto va orientado por los principios del Evangelio? El objetivo del examen de conciencia es detectar la voz tenue con que Dios nos habla y reconocer nuestro progreso en su camino, por lo que vale la pena preguntarse ¿qué espíritu me ha guiado en este día? d) es indispensable la contrición y dolor que es considerar lo que me ha alejado y la incapacidad para lo bueno, hallando el sentido d la condición pecadora que es una realidad espiritual de fe y no una visión moralista de lo vivido. e) La resolución esperanzadora hacia el futuro, que es la mirada del futuro inmediato con la voluntad de crecer cada vez más en el amor mediado por una exigencia espiritual entre Dios y la persona. Cabe preguntarse ante esto: ¿he pensado en dejarme guiar por la gracia del Espíritu? ¡he caído en la cuenta de que no he seguido mi camino de oración? ¿cuál ha sido mi concepción del examen de conciencia: mera verificación de faltas o verificación de rumbos? ¿el examen me lleva a la Libertad interior, aceptando y olvidándome de mí para la acción de Dios y servicio a mis hermanos?
[6] Ver. Lc. 1, 26; RATIO, Vol 1. Pág. 15.
[7] Ver RATIO, Vol 1. Pág. 17-18. Peregrinación a la que somos invitados.
[8] Ver Carta Circular del P. General del 11 de octubre de 2007: “La sabiduría, la profundidad y la Vitalidad de dejarse acompañar”. El acompañamiento se caracteriza además por: estar presente en todos los niveles desde el discernimiento vocacional, es personal, regular y gradual.
[9] En el contexto de Latinoamérica y el Caribe, es de suma importancia una coordinación entre las entidades y los postulantados de las distintas entidades con miras a un Noviciado internacional.
[10] Cfr. Artículo P. Olivier Maire, smm.: “Acompañados espiritualmente: tras las huellas del padre de Montfort”. Subsidiado en el curso.
[11] Ver Numeral 62 de este documento y C 32.
[12] Dada nuestra realidad con miras a una formación internacional latinoamericana, se vuelve para nuestras entidades una exigencia la preparación integral e integradora de los postulantes, quienes luego iniciarán una experiencia internacional e intercultural de formación, facilitando, entre otros aspectos propios de sus procesos formativos, superar regionalismos propios en cada país que habiliten en los jóvenes la capacidad de acoger, admirar y respetar a los otros que provienen y viven en otra cultura con su propia mentalidad que les proporciona un crecimiento en el amor cristiano que nos une en la Iglesia Católica, Universal y comunidad de hermanos en la fe e hijos de un solo Padre. En consecuencia, para quienes estén en su propio ámbito cultural, que se hacen por ello miembros de una cultura dominante, estar abiertos y dispuestos a encontrarse con, y ayudar a quienes han venido o son menos numerosos en el proceso de formación, esto es, desarrollar una capacidad para la inclusión. Como herramienta para este proceso, en la Súplica Ardiente (SA 6ss) encontramos cómo la intuición del Fundador nos encamina hacia ella.
[13] DE FIORES, S. Itinerario espiritual de San Luis María de Montfort. Capitulo conclusivo. Se presenta aquí la vida de san Luis en dos etapas: la primera, en su tiempo de formación desde su nacimiento hasta 1700: de Montfort a Iffendic, de Montfort a Rennes, de Rennes a parís y, la segunda corresponde a su tiempo apostólico misionero: d una espiritualidad de tipo contemplativo hacia una espiritualidad apostólica, de la singularidad a la inserción social, de la agresividad a la moderación.
[14] Ver documentos adjuntos de los Itinerarios montfortianos en que se desarrollan estos.
[15] Ver Subsidio adjunto dado por Flower Mosquera, smm
[16] Ver Subsidio respectivo propuesto por Edmer Iván Salgado, smm
[17] Ver subsidio de este itinerario propuesto por Jaime Oved Cabrejo, smm
[18] Ver subsidio del itinerario propuesto por Edinson Orlando Herrera, smm
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